Sábado 24 de Mayo
Sombra, luz y movimiento
Lentamente toma forma y se vuelve a dispersar
Busca surgir en la superficie otra vez
Maleable como plastilina
Flota despacio
Y se deja arrastrar
Baila el vals al ritmo de la canción
Jazz, contrabajo, lluvia
Un poco de nostalgia del pasado
Melancolía por el futuro
Naufraga
Martes 26 de Mayo
Al final no.
Era una ilusión de la llegada a aguas dulces
Nadando en el medio del Pacífico
Desolación
Se dispersa la nube en la que yacía
Intenta recomponerla con sus propias manos
Falla. Desesperación.
Se desliza hacia su conocida realidad
Y resigna su voz
Levanta el cuello de su abrigo
Manos en los bolsillos
Arrastra los pies
Contrabajo, lluvia, jazz
Viernes 30 de Mayo
Tironea de un lado
Intenta sostenerse
Pero fracasa
Enferma, opaca, eclipsa
Lluvia, contrabajo, jazz.
sábado, 30 de mayo de 2015
martes, 12 de mayo de 2015
12.05.2015
Me dijo que era triste ver como todos de a poco iban desistiendo.
Me dijo que algunas noches gritaba más fuerte.
Le pregunté quién esperaba que lo escuchara
se quedó callado un rato y me dijo que no sabía.
Se fue a su casa. Me quedé pensando y la noche entristeció.
Me dijo que a veces lo extrañaba,
que cuando lo creía ya desaparecido volvía a aparecérsele algunas noches.
Pero a la mañana siguiente volvía a la vida normal.
Me dijo que se veía solo todo el tiempo, me contó de sus largos viajes en la línea A,
de como veía pasar gente rara, y personas paseando tan solas como él,
que lo alegraba pero luego la melancolía retornaba.
En el colectivo, en las oficinas, en los colegios, en Santa Fe y Callao, en cada pasaje de la ciudad.
Dijo que un poco de él se encontraba en todos nosotros,
y que hasta las paces con nosotros mismos, y con nuestro ayer, no fueran hechas, él seguiría preso
de cada porteño que alguna vez vagó por la ciudad.
Me dijo que era triste ver como todos de a poco iban desistiendo.
Me dijo que algunas noches gritaba más fuerte.
Le pregunté quién esperaba que lo escuchara
se quedó callado un rato y me dijo que no sabía.
Se fue a su casa. Me quedé pensando y la noche entristeció.
Me dijo que a veces lo extrañaba,
que cuando lo creía ya desaparecido volvía a aparecérsele algunas noches.
Pero a la mañana siguiente volvía a la vida normal.
Me dijo que se veía solo todo el tiempo, me contó de sus largos viajes en la línea A,
de como veía pasar gente rara, y personas paseando tan solas como él,
que lo alegraba pero luego la melancolía retornaba.
En el colectivo, en las oficinas, en los colegios, en Santa Fe y Callao, en cada pasaje de la ciudad.
Dijo que un poco de él se encontraba en todos nosotros,
y que hasta las paces con nosotros mismos, y con nuestro ayer, no fueran hechas, él seguiría preso
de cada porteño que alguna vez vagó por la ciudad.
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